Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta se refiere al estado en el que el niño presenta una talla insuficiente para su edad, debido a la carencia de nutrientes esenciales para su crecimiento. Por su parte, la anemia ocurre cuando no se tiene una cantidad adecuada de glóbulos rojos en la sangre.
Entre 2009 y 2020, la tasa de desnutrición crónica en niños menores de cinco años en el Perú se redujo a la mitad al pasar de 23.8% a 12.1%, mientras que la prevalencia de anemia en menores a tres años de edad disminuyó de 50.4% a 40.0%. ¿Cuál ha sido el desempeño de Apurímac respecto a estos indicadores?
Evolución 2009 – 2020
Los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) indican que la desnutrición crónica en niños menores a cinco años en Apurímac alcanzó el 17.5% en 2020, evidenciando una notable reducción respecto del resultado 2009 (34.8%). Asimismo, la prevalencia de anemia menores de tres años también muestra reducción en la región al pasar de 66.1% en 2009 a 49.9% en 2020, una mejora de 16 puntos porcentuales. No obstante, durante dicho período, las tasas de desnutrición infantil y anemia se han mantenido por encima del promedio nacional. Más aún, en 2020, las brechas registradas se han incrementado en el contexto de la pandemia por COVID-19.
2020: el impacto de la pandemia
Si bien la anemia se puede originar por diversas causas, la OMS estima que más de la mitad de los casos se producen por la deficiencia de hierro en el organismo. En ese sentido, el incremento de prevalencia de anemia en Apurímac de 47.9% en 2019 a 49.9% en 2020 podría estar asociada con la caída en el consumo de suplementos de hierro en niños menores a tres años, que disminuyó de 50% en 2019 a 41% en 2020.
Asimismo, el deterioro en los indicadores de nutrición infantil podría estar reflejando el impacto de la pandemia sobre las condiciones de vida de las familias. Esto debido a que, como señala el Ministerio de Salud, los problemas de malnutrición están asociados con múltiples factores como las brechas de acceso a servicios básicos y de salud, las inadecuadas prácticas de alimentación, y la pobreza. En Apurímac, este último indicador se incrementó de 29.1% en 2019 a 35.5% en 2020.
Consecuencias económicas
Un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) encuentra que un primer impacto económico de la desnutrición se observa en el gasto que realizan las familias o el Estado para tratar la desnutrición o enfermedades asociadas a esta. Además, en el largo plazo, la desnutrición afecta el desarrollo cognitivo y los niveles de escolaridad de niños y niñas, lo que se traduce en pérdidas de capital humano y productividad.
Por otro lado, dicho estudio señala que los costos económicos de la desnutrición para la sociedad en su conjunto también se reflejan en los gastos en educación por los años extra de los niños repitentes en el sistema, producto de una menor capacidad de atención y aprendizaje. Finalmente, el estudio estima que, para el 2017, estos costos fueron equivalentes a una disminución promedio del 5% en el ingreso per cápita en América Latina y el Caribe.